Kato, el propietario del Café Phalam, regresa a su apartamento tras terminar la jornada, cuando se ve a sí mismo hablándose desde la pantalla de su ordenador: "Soy el yo del futuro. Dos minutos en el futuro". La pantalla de la habitación de Kato y la del café están conectadas de alguna manera, por lo que Kato vuelve al café y, junto a clientes habituales, empiezan a explorar este fenómeno, ansiosos por conocer lo que les espera en el futuro.