Ocho monjes sienten la llamada de Dios a construir un nuevo convento en una pequeña isla holandesa de menos de 1.000 habitantes.En el monasterio de Sion, en los Países Bajos, desde hace siglos viven monjes cistercienses. El edificio tiene espacio para 120 monjes, pero desde 2013 sólo viven ocho. Un edificio tan grande les hace pensar en un cambio: es necesario mudarse, comenzar de nuevo en otro lugar y, con suerte, atraer a nuevos hombres para unirse a su comunidad. De este modo nació la idea de regresar a la isla en el norte de Holanda que lleva su nombre: Schiermonnikoog, que significa Isla de los Monjes Grises. Pero el cambio no es cosa sencilla.