Sólo una dulce enfermera y el excéntrico doctor Gibbon parecen dispuestos a rescatarle de ese delirio sardónico, de los nefastos recuerdos de su juventud y de perderse definitivamente en un mundo de fantasía donde unos gángsteres le persiguen a través de oscuros ambientes más propios de una película de cine negro de los años cuarenta.