Esta extraña pieza nos trae una explosiva mezcla de ficción, documental y animación pocas veces vista anteriormente. Todo ello para narrar varias historias en el contexto de una Cuba que se abre cada vez más al mundo capitalista que le rodea. Una película de la que Ari Folman estaría orgulloso.
Un retrato de La Habana “post-restablecimiento” de relaciones Cuba-EEUU; un impasse de incertidumbre y vértigo, una vorágine de calores que se cuelan por los huecos de esta ciudad taladrada, una continuidad discontinua pintada por colores imposibles, un tiempo detenido hacia un futuro que vuela, una barra libre de voluntades que saltan entre ruinas maquilladas de neón, al son de un reggaeton. Historias que serían imposibles en ningún otro lugar o tiempo, pero que son el pan nuestro de cada día en Absurdistán (La República Surrealista de Cuba)