Tom Brand es un crack de los negocios, está montado en el dólar y es un idiota integral. Este arriesgado multimillonario se ha propuesto un objetivo y no cejará en su empeño hasta construir el rascacielos más alto del hemisferio norte. Llegará a sacrificar incluso el amor de su familia para completar una maravilla arquitectónica tan titánica como su propio ego. Tom vive por y para su trabajo, hasta el punto de que se ha distanciado completamente de su pobre familia, incluida su esposa, su ignorado hijo mayor David y la pequeña Rebecca, a quien le encantaría pasar más tiempo con su padre. Rebecca va a cumplir 11 años y lleva años pidiéndole el mismo regalo: quiere un gato.